Epitrocleitis o codo de golfista corresponde a la inflamación de los músculos flexores de la muñeca en el punto en que se insertan en el interior del codo, específicamente en el origen del músculo pronador redondo y flexor radial del carpo. Estrictamente hablando, la mayoría de los casos son degeneración por desgaste, en lugar de inflamación aguda, especialmente con lesiones a largo plazo. Los estudios han demostrado que las células inflamatorias agudas no están presentes en casos
crónicos a largo plazo. Por lo tanto, la degeneración del tendón puede ser una forma más precisa de describir lo que está sucediendo en lugar de la inflamación aguda, (actualmente también la denominamos epitrocleosis).
La causa es el sobreuso o estrés repetitivo en esta región músculo-tendinosa, en la cual se inicia un proceso inflamatorio que evoluciona a una degeneración tendinosa caracterizada por micro roturas tendinosas y una respuesta reparativa fallida. Es frecuente en golfistas y tenistas. Sin embargo, la mayoría de las causas no estan relacionadas con el deporte sino por un esfuerzo repetitivo y desmesurado en el trabajo. Las personas que usan teclados o realizan trabajos manuales como carpintería o el bricolaje, donde la fuerza de agarre es importante, tienen mayores posibilidades de contraer lesiones por uso excesivo.
El paciente experimenta dolor en la región interna del codo al realizar tareas como dar la vuelta a los objetos, sacudirse las manos, levantar elementos con las palmas mirando hacia abajo, jugar al tenis o al golf, dar un apretón de manos o apretar los músculos del antebrazo. El dolor suele extenderse hacia el antebrazo y puede limitar la movilidad activa, pero sin que exista una limitación real del movimiento.
Mediante un exhaustivo examen físico se comprobará la presencia de dolor a la suave palpación cercana a la epitroclea (región interna de codo), que aumenta a la flexión de muñeca contra resistencia. Diferentes maniobras semiológicas serán realizadas y se solicitaran estudios de imágenes. Las RX revelarán la ausencia de lesión ósea o quizá la presencia de pequeños osteofitos (excrecencias óseas), la ecografía y resonancia magnética nuclear son útiles para evidenciar cambios específicos en la morfología del tendón.
Existen distintas etapas de tratamiento. En fase aguda (primeros días) se recomienda:
•Antiinflamatorios no esteroideos en crema.
•Férula de descarga.
•Electroterapia analgésico antiinflamatoria.
•Crioterapia local.
Con posterioridad, estas medidas básicas iniciales serán insuficientes para lograr la cicatrización. Antiguamente se realizaban infiltraciones con corticoides, pero han demostrado provocar mayor daño al tendón. En la última década las técnicas regenerativas buscan aumentar la respuesta biológica natural de cicatrización mediante el uso Proloterapia, sola o en combinación con Plasma rico en Plaquetas. De esta manera se acelera y optimiza correctamente la curación del tendón, brindando todos los elementos necesarios para el proceso, generando rápido alivio del dolor.