El ligamento colateral medial (LCM) es una estructura que estabiliza el lado medial (interior) de la rodilla, conectando el hueso del muslo (fémur) con la tibia, y evita que las fuerzas aplicadas desde el lado lateral (exterior) de la rodilla abran la zona interna de la rodilla. En general, las roturas de LCM son dos o tres veces más comunes que las roturas de ligamento cruzado anterior (LCA).
Hay dos estructuras primarias que comprenden el ángulo posteromedial de la rodilla: el LCM y el ligamento oblicuo posterior (LOP). Ambas estructuras controlan la estabilidad y la separación del interior de la rodilla (valgo) y la rotación tibial en relación con el fémur.
El LCM y el LOP evitan que la rodilla se abra cuando la tibia gira internamente. El LCM se activa cuando la rodilla está ligeramente flexionada (20 a 30 grados de flexión) mientras que el LOP (ubicado más posterior en la rodilla) realiza su función cerca de la extensión (0 grados de flexión). Estos diferentes roles ayudan a garantizar la estabilidad en todo el rango de movimiento.
Los daños al LCM pueden resultar de lesiones por torsión, lo que hace que la rodilla se doble y se abra en la zona interna de la misma (brecha en valgo). Las lesiones del LCM también pueden ser el resultado de lesiones por contacto, como un golpe en el lado externo (lateral) de la rodilla.
Los síntomas dependen de la gravedad de la lesión. Una lesión leve (grado I o II) podría presentarse
con dolor sobre los ligamentos (ya sea en la tibia o el fémur). La hinchazón y la inflamación sobre la parte interna (medial) de la rodilla también pueden estar presentes. En casos más severos, los pacientes sienten que su rodilla puede ceder o doblarse.
Los desgarros aislados de LCM comúnmente se curan solos porque tienen un suministro muy sólido de flujo sanguíneo y nutrientes (irrigación). Además, este ligamento está fuera de la cápsula de la articulación de la rodilla (fuera del revestimiento de la articulación). Las proteínas dentro del líquido articular inhiben la curación (como con los desgarros de LCA); por lo tanto, estar fuera de la articulación es beneficioso para la curación. Además, en el interior de la rodilla, el extremo convexo (redondeado) del fémur se articula con una tibia cóncava (con forma de cuenco), que permite una articulación más estable. Las técnicas de aplicación de Plasma rico en plaquetas (PRP) son altamente efectivas. Si la rodilla sufrió una lesion multiligamentaria con gran inestabilidad articular se planteará la reparación quirúrgica.
Una combinación de un examen físico completo, rayos X especiales y resonancia magnética suele ser muy precisa. El Dr. Martín Estévez examinará su rodilla en una posición extendida (recta) y flexionada para determinar la ubicación y la gravedad de la lesión. Una prueba especial que realizará para determinar la gravedad de su patología son las radiografías de estrés. Estas radiografías especiales permiten cuantificar y diagnosticar objetivamente (en base a sistemas validados) una lesión del ángulo posteromedial con precisión milimétrica.
Por lo general, los desgarros de Grado 1 y 2 se pueden tratar de manera no quirúrgica con fisioterapia y una férula de rodilla. Los desgarros grado 3 casi siempre se tratan con cirugía. Cuando hay una rotura completa del LCM o cuando se lesionan todas las estructuras del ángulo posteromedial de la rodilla, la cirugía debe realizarse dentro de las dos semanas posteriores a la lesión, y una vez que se haya recuperado el rango de movimiento. Este es el mejor momento para reparar las estructuras, antes de que se produzcan cicatrices significativas o que los tejidos se debiliten. La posición y la alineación de la rodilla también pueden restaurarse anatómicamente (volver al estado normal) durante ese período de tiempo, en lugar de retrasarse y permitir que la rodilla sane en una posición anormal. Las recientes técnicas de reconstrucción han permitido a muchos pacientes volver a actividades de alto nivel.
Restaurar la anatomía (reponer todas la estructuras donde corresponde) puede producir mejores resultados. Se describen varias técnicas, incluidos los procedimientos de aumento (lo que significa que se utiliza un injerto para complementar su propio tejido) o la reconstrucción completa (donde los injertos se utilizan para reconstruir todos los componentes del ángulo posteromedial / LCM y LOP). En cualquier caso, se realizarán técnicas que restauran todas las inserciones nativas, lo que permite un rango de movimiento temprano y ha demostrado tener excelentes resultados.
Dependiendo de la gravedad de la lesión y las sesiones asociadas, la recuperación puede tomar entre 6 y 12 meses. La fisioterapia comienza el día 1 para trabajar en el rango de movimiento. Los pacientes no deben soportar peso durante las primeras seis semanas después de la lesión. Luego inician un programa de carga de peso parcialmente protegido (con muletas) de seis semanas y pueden quitarse las muletas cuando pueden caminar sin renguear. La resistencia y el fortalecimiento pueden iniciarse en la segunda fase de la rehabilitación. Los ejercicios de agilidad comienzan a los 4 meses si las etapas anteriores se han logrado con éxito. El regreso a las prácticas deportivas debe permitirse aproximadamente a los 9 a 12 meses.